Estados Unidos.- Como todos los miembros de Hack Miami, Rod Soto es un white hat hacker (hacker de sombrero blanco), un experto en seguridad informática pero situado del lado de la ley y dispuesto a ayudar a prevenir y combatir el cyber delito.
Soto es el secretario de Hack Miami, una comunidad de hackers del sur de la Florida que se reúnen para compartir sus conocimientos y experiencias y a la vez ofrecen distintos servicios relacionados con la seguridad informática, incluido un equipo de respuesta de emergencia.
«Acá no hay gente obteniendo dinero maliciosamente, cometiendo fraude, ‘impersonando’, robándose identidades o vendiendo data en foros de la dark web, la investigación de vulnerabilidad que hacemos es igual a la de los hackers de sombrero negro, pero nosotros estamos del lado de la ley», dice Soto a Efe.
El lugar habitual de reunión de Hack Miami es la Creation Station de la Biblioteca del condado de Broward, en Fort Lauderdale, donde comparten espacio con niños dedicados a los vídeojuegos y los vídeos musicales y con aficionados a la tecnología que utilizan las impresoras 3D y los equipos de realidad virtual, mientras los hackers hablan de la interferencia de Rusia en las elecciones.
Daniela, una consultora de mediana edad que trabaja en una empresa que ayuda a pequeños negocios a ser más eficaces con la ayuda de la tecnología, es una de las tres mujeres que acudió a la primera reunión del año de Hack Miami, que congregó a casi 50 hackers.
Una de sus especialidades es la ingeniería social, que parte de la idea de que el personal de una empresa debe estar formado en seguridad informáticao, porque suelen ser ellos los que de manera no deliberada le abren la puerta al delincuente.
Según dice a Efe, no se siente para nada incomoda ni fuera de lugar en este «mundo de hombres». «Me gusta participar», subraya la consultora. La media docena de mujeres que, según Soto, forman parte de Hack Miami, para el mundo de la informática, son una «cifra muy grande».
Soto afirma que aunque los fraudes con tarjetas de crédito siguen siendo el cyber delito número uno, el secuestro del sistema informático o de los archivos de una persona o empresa (ransomware) es cada vez más común y afecta sobre todo a pequeños negocios, un sector en el que abundan los hispanos.
El caso más conocido es el de un hospital de California que pagó el equivalente a US$17.000 de rescate, dice Soto. El pago se hace en bitcoins (monedas virtuales), que «no están sujetas a regulaciones, no tienen limitaciones en las cantidades y son difíciles de rastrear».
Fuente: Seguridad en América